martes, 31 de agosto de 2010

CUANDO SE ENTRA EN EL DESIERTO

Pienso que la mayor angustia que siente el poeta es entrar en ese desierto de sequedad intelectual, ese momento en que te sientas, agarras el papel y el lapicero dispuesto a escribir y no te sale nada. Es como no tener nada que comer y solo sientes esos sonidos extraños que se siente en la barriga por un poco de comida. Es como estar de naufrago en alguna isla rodeado de agua y sin tener a alguien a quien compartir tus tonterías. Sin duda es un sentimiento feo. Nosotros que solo nos sentimos vivos y felices cuando creamos algo, necesitamos estar en continua creación literaria, ya sea un poema, un cuento, un ensayo o cualquier cosa que nos hace sentir bien. La poesía es como esa droga que vive dentro de nosotros y nos lleva a ese mundo extraño que después podemos compartir con otros viciosos de la poesía como nosotros. No sé si sea feo decir esto pero creo que nos convertimos esclavos felices de la escritura y llegar a ese momento de sequedad donde sientes que se te fue la inspiración es realmente desesperante.

Una vez me pase 3 meses sin escribir nada, ni siquiera podía hacer una buena crítica bien sustentada a esos que se creen omnipotentes. Salía cada vez que podía a caminar por las calles de lima, aquella ciudad que siempre me inspira pero lamentablemente no encontraba nada que pueda despertar mi creación literaria. Fue muy feo, a veces pasa por la mente de que se te acabo la musa y que ya no escribirás mas, pero no sé en qué momento fue que volví a escribir, me vi y ya estaba escribiendo y es que eso es así, la poesía es algo que está dentro de nosotros y tiene vida propia, y a veces no quiere fluir porque quiere hacerse sentir como una necesidad primordial para nosotros.

No he encontrado mayor satisfacción que poder escribir y compartir con la gente mi poesía, y es que la poesía es eso, es vivencia, es dejar que hable el ser oculto que vive dentro de nosotros y nuestra mayor alegría es ver como ese ser alegra a la gente y que luego vuelve a nosotros para sentirnos vivos.

A todos los que escriben poesía y de algún momento caen en ese desierto. Bueno solo podría decirle que sigan caminado y que pronto saldrán del desierto y volverán a lugar donde quieren estar.

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Donde están mis fotos?

Ayer visite la casa de un amigo que hace mucho tiempo no veía. Muy gustosamente me invito a pasar a su sala. Me sorprendió la cantidad de imágenes que vi regados por toda la pared. Su madre es una coleccionista de artistas y como para ella sus hijos son sus ídolos pues en la pared hay fotos de todos ellos y lo más curioso es que hay fotos desde los primero meses de nacidos. No cabe duda que ella es una “loca foto” la casa parecía un museo, no sé si es un pretexto para recibir visitas mas seguidas o para hacerles sentir a sus hijos que son todas unas estrellas.

Todo esto me llamo la atención, me puse a pensar y me di cuenta que en mi sala no hay ninguna foto de ninguno de mis hermanos y no porque mi madre no nos considere, sino porque quizá nunca se tomo la molestia de tomarnos fotos, en mi sala apenas hay algunos cuadros de ciudades que nunca hemos visitado y unas pinturas raras que solo los entiende aquel que los pinto. Fue entonces que pregunte por fotos mías porque yo no recuerdo como fui de niño. Solo se de algunas cosas que me cuentan los cronistas de la familia que es mi abuela y mi madre. Pero yo quise verme como era de niño. Acaso alguna vez fui gordito? O siempre tuve este cuerpo tan deseado que me trae tantos problemas.

Entonces fue que pregunte.

¿Mamá tengo fotos de niño? ella me hacía creer que si pero nadie me mostraba nada, fue entonces que como loco busque en todos los albunes familiares y nada, no había ni una foto mía de cuando yo era de niño. Y dije, acaso a nadie les alegro mi venida al mundo o fue que estaban tan emocionados por cargarme que nadie se tomo la molestia de tomarme una foto. Prefiero pensar lo segundo.

Pero seguí buscando y la verdad que no encontré nada y grite como loco, ¿donde están mis fotos? Mi madre se sincero y dijo, “hijo no tienes fotos de niño” no teníamos cámara en ese tiempo. Eso me apeno, nunca podre verme como fui de niño. Todos me dicen que sigo siendo igual pero eso no puede ser. Los años pasan y algún cambio debe haber. Si lo que me acuerdo yo es que siempre fui camaleónico, siempre cambiaba hasta de peinado, pero de donde salió eso. Acaso mi madre me inculco eso cuando hacia sus prácticas de cosmetóloga frustrada en mi cabello y x eso también de grande me gustaba? Algo debe ser diferente.

Todo esto me enseño una cosa. Las fotos son muy importantes en nuestras vidas, nos ayudan a recordar muchas cosas lindas que hemos pasado, a sumergirnos por unos momentos en esos años vividos que de repente no podemos recordarlo así nomas y necesitamos de una imagen para entrar en esa nave que nos hará retroceder al pasado. Creo que yo seré un loco tomando fotos como la madre de mi amigo. Y lo haré desde que tenga mi primer hijo. El tendrá fotos desde el día de nacido y hasta que yo pueda seguir tomándole. Porque es lindo tener recuerdos, eso nos muestra lo mucho que hemos vivido.